Quisiera escuchar: 

Préstame tus zapatos, hoy vengo a conocer tu mundo, hoy soy de tu lado, hoy he congelado las cosas de donde soy y pienso, para venir a ver tus huellas y qué mundo se oculta en tus trenzas. Hoy, no mañana, haré nacer por un diminuto tiempo, mis ojos en ti, y así ver dónde y por qué te duele el mundo.

Aunque no me lo digas, yo te digo a ti: ya conozco tus zapatos desde que te quiero.

Sin ser zurdo, por un instante viajo a mi mano izquierda para ser un extranjero y beber café, pero luego vuelvo a la patria, es decir, a mi mano derecha, para continuar escribiendo, pero no todo lo que escribo le pertenece a la patria, porque te pertenece a ti, porque tus ojos son algo más que patria, porque tus ojos son mundos soberanos y hermosos.

Traigo las huellas, pero sigo siendo el camino
traigo la piel, pero sigo siendo el instinto
traigo el nombre, pero sigo siendo el cualquier hombre
traigo un roto en la camisa, pero sigo siendo la herida.

Me traigo a mí, pero nunca he sido  yo
ahora es mi turno de pedirme perdón
por todo lo que he fingido
pero mientras no me perdone
mientras siga ese enigma
yo, éste, el de las huellas
la piel, el nombre y la camisa
trae una muerte,  y sigue siendo la vida.

Sepa usted, que mi esperanza merodea su ventana.

Sepa usted, que a la vuelta del sueño nos esperan muchos nunca.

Sepa usted, que no he terminado de sufrirla.

Sepa usted, compañera, tendremos que desnudarnos del mundo
para podernos vestir el uno al otro.

Sepa usted, que las campanas doblaran y no sabremos por quién.

Sepa usted, que el mundo con colores,  tal vez sea sólo un mito.

Sepa usted, que la fe nos golpeará en las costillas de barro.

Sepa usted, que el infierno comienza debajo del cielo, y no en el sótano de los arboles.

Sepa usted, que aunque la vida la golpee vorazmente, la abrazaré hasta que la realidad le cicatrice.

Pero sobre todo, sepa usted, que la puerta se abrirá hacia dentro, y me verá ahí sentado, esperándola para contarle y que me cuente, todo lo que ya yo la sé y usted me sabe.

La muerte tocó a mi puerta
no percató mi risa en su nuca
estábamos en el mismo lado de la casa
en el mismo umbral del nunca.

El mismo miedo nos pertenecía
uno con la carne, el otro, muerto de inmortalidad.

Yo era un fantasma dentro de mí
ella desconcertada, con el horror intacto
no comprendía, que un ser con sombra
que un ser con la noche en los pies
estuviese clavado en sus ojos
sin haber muerto por sus manos.

Tal vez, mi lado no podrido, aún esté vivo
tal vez, aún gime herido de vida.

Con su mano muerta, tocó mi hombro aún caliente
vio el número de la casa y comprendió
con paz atroz dijo, perdón, no es usted
es el vecino de al lado,
tenga usted larga vida, hasta pronto.

Abrí los ojos
la soga se había rotó
había matado la poca vida
que crecía en mi vida
hasta mi otra muerte.

El problema de un “si supieras”, es que tal vez ya lo sabes, y aun seguimos en el mismo lugar del mundo, tú contigo, yo sin ti. Yo con la nostalgia fraguándome el futuro, yo con la voz de espejo, queriendo desbordar mi reflejo en ti. Tal vez, te conozca poco, pero mujer, tienes el rostro que siempre he querido conocer. Ya eres en mí, ese punto, el punto donde la esperanza corroe y quema,  tus ojos color verde bosque, con cada hoja, sembrando oxigeno en esta existencia, aunque ya a estas alturas, el mar haya rociado las rocas sin verlas florecer, ya cuando te he hablado mil veces en silencio, ya cuando el viento se ha llevado tu nombre, ya cuando he sido víctima y victimario de mi propio recuerdo, ya cuando todas las sombras, de las cosas que no eres, les he dado tu forma, ya cuando me he visto por afuera y te he observado, ahí, sentada en mis ojos, ya cuando el eco te ha dejado de repetir, ya cuando tú, no sabes cuantos “tal vez” acumulas en mí, ya cuando has dejado rastros de humedad, en todas las ventanas donde te he dibujado, ya cuando el lamento siempre es poco.

Desgarradora la esperanza, la cual te acerca, terrorífica la realidad que te separa. Amiga, amiga de ojos verdes, te diré lo que tal vez nunca te diga, puedes hacer, que todo el viento del mundo se pose en tu pelo, que todo fin de horizonte, comience en tus ojos. Puede ser que jamás leas esto, puede ser que mil noches te pasen por los ojos, y sigamos en el mismo maldito lugar del mundo, tú contigo, yo sin ti.

Mujer, la de los ojos de sol, adiós. Esto tal vez, es un hasta nunca o un hasta ti.

Si ven algo lejos de mí, ese soy yo, siendo leído por ustedes.

Te imagino
con un rostro sin memoria
con los ojos fugaces
con la voz sin eco
con las manos desconocidas
con mucho viento en las alas.

Te dirás, por qué te deseo así
y me digo, en mi desdichada cobardía
te quiero así amiga
porque no quiero que esos mundos
donde te pienso, me vean llorar
porque no te quiero
en los orgasmos de mi soledad
porque simplemente
no quiero querer olvidar

Pero sucede y te confieso
con el infierno en los dedos
tu rostro es mi memoria
tus ojos son los perennes
tu voz es mi eco
tus manos son mi piel
y sobre todo amiga
amiga del recuerdo no centelleante
llevas en tus alas
todo el viento del mar
ese mar, el cual siempre
he querido escuchar.

Así, sin memoria, con el rostro oculto para toda la vida.

Me gustaría decir, «Había una vez», pero ya la copa de vino se terminó.